“Para bajar el precio, siempre hay que esperar un tiempo”. Esta es una de las frases más comunes con la que un mediador inmobiliario cierra con su cliente el precio de la vivienda que va a comercializar. Pero al propietario de ese inmueble, ¿le favorece salir al mercado con un primer precio inflado?; esa diferencia, ¿aportará un buen margen para negociar o ahuyentará a posibles compradores?
Se trata de una práctica común de las personas que incursionan en la compra-venta de inmuebles. El comprador quiere pagar menos de lo que vale, y el propietario quiere cobrar más de su valor, pero lo cierto es que al final el precio lo define el mercado.
El sector inmobiliario se basa en una economía de mercado cuyo principio básico es la ley de la oferta y la demanda. Es un mercado heterogéneo y su evolución depende fundamentalmente de las condiciones económicas, sociales, administrativas y urbanísticas de las diferentes zonas geográficas, en el que la negociación se debe considerar como un ingrediente más del propio sistema.
Los expertos siempre coinciden en este punto y la conclusión es que, aporta más desventajas que ventajas.
Sobrevalorar una vivienda ligeramente en el mercado actual es aceptable, pues aunque represente mas tiempo en vender, la alza de los precios la alcanzará en unos meses.
Pero sobrevalorar la propiedad de manera considerable es muy riesgoso, ya que se perderá tiempo importante. Esto originaria dos posibles escenarios, que el cliente interesado haga una oferta muy baja, o que quizá nunca la haga.
Al inflar los precios se excluyen a muchos posibles compradores al pensar que la propiedad es inaccesible para ellos. Y al no venderse la casa, no queda más remedio que ir bajando paulatinamente hasta ponerla al precio real de mercado.
Por ello, gracias a ese tipo de acción se corre el riesgo de “quemar la vivienda”, pues si la propiedad está muy cara con el precio inflado, los clientes la descartarán.
Es preciso mencionar que las primeras publicaciones en portales inmobiliarios son de suma importancia, pues es donde se produce el mayor número de visitas.
Otra de las situaciones que se presentan es que, el vendedor no tiene claro, cómo funciona el pago de comisión del asesor inmobiliario, por lo que el vendedor establece la cantidad de dinero que le gustaría recibir y el asesor inmobiliario le suma la cantidad de la comisión que le gustaría recibir. La comisión de un asesor está tasada por una razón. Esto ayuda a mantener un precio competitivo en el mercado y a su vez evitar diversas publicaciones de la misma propiedad en diferentes precios con diferentes inmobiliarias, lo que puede generar desconfianza para los compradores y con esto, descarten alguna posibilidad de interés por esa propiedad. Quedando afectado el vendedor y el intermediario inmobiliario.
No se puede olvidar que cada vez hay más fuentes de información. Sobretodo con el acceso a los medios electrónicos, internet, tecnología y redes sociales. Precisamente por esta razón, la existencia de ofertas con precios de salida inflados, puede provocar que el futuro comprador las descarte inicialmente o empiece una fuerte negociación por notar discrepancias en los diversos precios publicados y en consecuencia el vendedor se verá obligado a ajustar el precio.
Un asesor o intermediario inmobiliario representa un costo de venta para el vendedor, por lo que desde que se capta la propiedad se debe establecer el precio de salida justo y dentro de ese precio ya debe estar pactada la comisión. Recordando que siempre será proporcional al precio de cierre.
Este término es muy conocido en el sector inmobiliario y se presenta cuando un asesor recibe una propiedad en cierto precio, pero el asesor considera que puede valer más y le aplica un sobre precio para tener una ganancia superior a su comisión tasada. Muchas veces los propietarios están de acuerdo con esta práctica, pues sólo desean que su propiedad sea vendida, y recibir el precio deseado. Pero en este supuesto, nunca le indican que al vender más alto, el impacto fiscal es más agresivo.
Como mencionamos anteriormente, un intermediario inmobiliario debería representar un costo de venta de una operación basada en el precio justo. No es recomendable aplicar un sobreprecio ya que el perjudicado por esta práctica será el propietario.
En WHATAHAUS como tu asistente inmobiliario, estamos convencidos de que dicha práctica debe erradicarse sin excepciones. Esto logrará una mayor transparencia, eficacia y confianza en el sector inmobiliario y en las partes de una operación de esa naturaleza. De hecho, es una labor que los asesores inmobiliarios deben realizar desde que el cliente vendedor acude a una de sus oficinas o al ponerse en contacto, el intermediario inmobiliario deberá informar al vendedor del precio real o aproximado al que esa vivienda podrá venderse en un plazo de tiempo adecuado o bien, invitar al cliente vendedor a que solicite una opinión de valor de la propiedad con algún experto.